sábado, 24 de octubre de 2020

CRÍTICA

 La lista de los 7/ Mark Frost

Para los que no conozcáis al autor, Mark Frost (Nueva York, 1953) es, además de escritor, un guionista y productor de cine y televisión que ha destacado por colaborar en varias ocasiones con David Lynch, con el que coescribió el guión de la mítica serie Twin Peaks.

Esta es su primera novela y en ella ha creado un artefacto en el que se mezclan el suspense, las aventuras y el terror sobrenatural con una originalidad encomiable. La primera muestra de originalidad es que la novela está protagonizada por Arthur Conan Doyle, el creador  de uno de los personajes más célebres de la literatura universal, Sherlock Holmes. Doyle fue, como es bien sabido, uno de los escritores más populares de su época pero finalmente renegó de su creación porque no le permitía escribir otro tipo de novela que a él le parecía más seria y prestigiosa.

Al principio de la novela, Doyle manda un manuscrito titulado La hermandad oscura a varias editoriales para su posible publicación. Poco después recibe la invitación para asistir a una sesión de espiritismo que terminará con el atroz asesinato de algunos de los asistentes. A partir de ese momento, Doyle se verá perseguido por los presuntos miembros de una organización hermética que rinde culto al diablo, y que intentará acabar con su vida. Empieza aquí un periplo por los barrios más peligrosos de Londres y por el resto de la geografía inglesa con la única ayuda de Jack Sparks, un intrépido e inteligente agente secreto que trabaja al servicio de la corona británica.

Lo interesante de esta novela radica en que Jack Sparks reune todas las virtudes y defectos en los que luego se inspirará Doyle para plasmarlos en su personaje del legendario detective londinense, al que luego irá dando vida mentalmente para luego desarrollarlo literariamente. Sparks tiene una capacidad deductiva extraordinaria, está adiestrado en cualquier tipo de lucha, tiene extensos conocimientos de ciencias, es un maestro de los disfraces y toca el violín, pero también es taciturno, obsesivo y adicto a la cocaína. Les suena, ¿verdad?

Frost muestra una gran habilidad para introducir personajes reales en la trama como Madame Blavatski, Bram Stocker, el duque de Clarence o el mismo Doyle del que también toma de la realidad su afición por los temas ocultos que le trajo innumerables problemas durante su vida. A parte de esto, Frost narra la historia  con un ritmo y un estilo vigorosos que hacen que su lectura resulte dinámica y amena a pesar de la densidad de la obra.

En mi opinión, se trata de una novela muy recomendable, no solo para los amantes de las historias de Sherlock Holmes, entre los que me cuento, sino para cualquier lector que aprecie la buena literatura de género.


sábado, 3 de octubre de 2020

CRÍTICA


Muerte en La Fenice/ Donna Leon

Esta es la primera novela de la saga protagonizada por el comisario Guido Brunetti de la policía de Venecia, personaje creado por la escritora norteamericana Donna Leon (New Jersey,1942). Ya son 29 las novelas publicadas de esta exitosa serie.                    Durante el descanso de una representación de La Traviata en el famoso teatro de La Fenice aparece asesinado el famoso director de orquesta Helmut Wellauer en su camerino, envenenado con cianuro. La investigación del caso correrá a cargo de Brunetti un hombre maduro, culto y elegante que no responde al prototipo de policía duro y frío. Lo primero que sorprenderá al veterano policía es la cantidad de enemigos que el genio de la música cultivó a lo largo de su carrera.          

 El argumento es simple y está desarrollado sin ninguna doblez o artilugio, o sea, sin ningún truco narrativo. Quizá es éste el motivo por el que engancha en seguida y también porque los personajes principales que, aparte de Brunetti, son su familia (su mujer Paola y sus hijos, Raffi y Chiara), sus ayudantes y su superior, el vicequestore Patta, un trepa sin escrúpulos, devienen entrañables por diversos motivos.                                                                                                                                                            Donna Leon utiliza una prosa funcional, desprovista de cualquier floritura y su forma de narrar la historia brota de forma natural y nada artificiosa. Se trata de una novela ligera, en el buen sentido del término, aunque sospecho que para algunos amantes del género policíaco quizás resulte demasiado poco compleja. A mí me ha proporcionado un grato entretenimiento, que no es poco.