Esta novela de Juan Manuel de Prada (Baracaldo, Vizcaya, 1970) se alzó con el Premio Planeta en 1997 y supuso el espaldarazo definitivo a la carrera literaria del autor, que ya había destacado con tres obras poco ortodoxas: la inclasificable Coños (1994), el libro de relatos El silencio del patinador (1995) y la novela Las máscaras del héroe (1996).
La tempestad es, sin duda, una novela de iniciación, narrada en primera persona por Alejandro Ballesteros, un joven universitario español que está preparando su doctorado en Histroia del Arte y que acude a Venecia a estudiar el cuadro de Giogione "La tempestad", el motivo de su tesis. Solo llegar a la ciudad es testigo de un asesinato y luego se enamora de la hija del catedrático que le hace de cicerone. Este viaje iniciático representará para el joven timorato e inexperto un cambio de parámetros que le hará cambiar su forma de ver la vida, el arte y las relaciones amorosos.
Juan Manuel Prada utiliza, a propósito, un lenguaje barroco, sobrecargado, plagado de figuras literarias y claramente inspirado en las novelas góticas y los relatos detectivescos decimonónicos, consiguiendo como resultado una novela muy personal, con una atmósfera densa, erótica, intrigante y enigmática. En ocasiones, de Prada parece reflejar con su prosa cierta pedantería que, por otra parte, es parte esencial de su personalidad, como autor y como personaje público.
En cuanto al trato que le da a la ciudad de Venecia, que tiene un protagonismo preponderante, no es especialmente original, ya que se basa básicamente en algunos manidos tópicos que explotan su imagen de ciudad decadente y maldita.