Esta es la tercera novela del ciclo de El Cementerio de los libros olvidados (cronológicamente la segunda) y si la comparamos con las otras dos (La sombra del viento y El juego del Ángel) sería acertado calificarla como una novela menor, o más concretamente se podría decir que es una novela puente, ya que lo que hace es unir en el tiempo a las dos anteriores y aclarar algunas circunstancias que en éstas quedaban confusas.
En El prisionero del cielo los protagonistas principales son Daniel Sempere y Fermín Romero de Torres, este último lo más destacado de la novela, que ya aparecían en La sombra del viento. Cuando parece que sus vidas se han estabilizado y empiezan a disfrutar de tranquilidad, un siniestro personaje del pasado aparece para rendir cuentas con Fermín y esto desencadena una serie de reacciones que les llevarán a volver a la acción para aclarar algunos aspectos oscuros del pasado que quedaron irresueltos en su momento.
Me da la sensación de que esta historia no la tenía el autor en mente cuando escribió las dos anteriores, y que ha surgido posteriormente de su imaginación causando la impresión de que algunas de las subtramas que se desarrollan son un poco forzadas y tienen por único objetivo tender puentes y puntos de conexión entre los diferentes personajes de la saga.
Eso sí, el oficio y el talento de Ruiz Zafón quedan de manifiesto en todo el libro. La novela tiene un ritmo trepidante, engancha desde el principio y, en momentos concretos, logra emocionar. Por otro lado, el autor explota en este libro una vena irónica que hasta ahora no había mostrado claramente y que le acerca al mejor Eduardo Mendoza, en su faceta satírica.
El final del libro, muy abierto, no deja lugar a dudas; Zafón volverá a sorprendernos con otra aventura protagonizada por estos entrañables personajes.
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