Hay libros que, cuando uno lee la sinopsis de la contraportada, le resultan muy atractivos, ya sea por el argumento, por el género al que pertenecen o por otras consideraciones, pero que, una vez leídos, resultan decepcionantes. Pues bien, esto es lo que me ha ocurrido con La sombra de Hawksmoor. Su autor, Peter Ackroyd (Londres, 1949) es más conocido por sus ensayos históricos sobre la ciudad de Londres y por las biografías de algunos personajes ingleses destacados pero esta novela es lo más destacado de su producción literaria de ficción.
La trama de esta novela se desarrolla simultáneamente en el Londres del siglo XVIII y en el actual: en el primero, el arquitecto Nicholas Dyer construye seis iglesias y conspira al frente de una secta adepta al ocultismo y el satanismo, mientras en el segundo, un detective llamado Nicholas Hawksmoor investiga el origen de varios cadáveres hallados en aquellas mismas iglesias dieciochescas, combinando así la acción en dos épocas distintas en capítulos alternos.
La novela está claramente inspirada en la literatura gótica inglesa del siglo XIX pero, en mi opinión, el desarrollo de la historia es muy lento y, a pesar del interés que la trama despertó en mí al principio, estuve tentado de abandonar la lectura en varias ocasiones. Como decía, el despliegue de la trama es innecesariamente moroso y resulta confuso por los cambios de época y la gran cantidad de personajes que aparecen y desaparecen durante toda la novela. Tampoco ayuda a la fluidez la gran cantidad de digresiones, circunloquios y subtramas que el autor va añadiendo continuamente al texto.
Al principio de la segunda parte, la novela parece coger algo más de impulso narrativo con la aparición del detective Hawksmoor, pero es solo un espejismo y al poco volvemos otra vez al tedio y la confusión. Una pena, porque el punto de partida me pareció francamente interesante.