sábado, 3 de julio de 2010
CRÍTICAS
Daysi Fay y el hombre de los milagros/Fannie Flagg
Hay algunos escritores cuya obra va
íntimamente ligada a un lugar, a unos paisajes
concretos, ya sean urbanos o rurales, ya sean
reales o imaginarios. Es el caso de William
Faulkner y Yoknapataupha, Juan Marsé y sus
barrios de Barcelona o Luis Mateo Díez y la
región de Celama, inspirada en su León natal.
Pues bien, Fannie Flagg (Alabama, 1944, que se hizo
célebre con su novela Tomates verdes fritos y
su posterior adaptación al cine, es una de esas escritoras
que ha centrado toda su obra en un paisaje concreto, en este
caso en Mississipi, en el sur de Estados Unidos, una tierra
llena de supersticiones, tradiciones, conflictos raciales,
clima extremo y personajes peculiares. Y, créanme, Fannie Flagg
sabe un rato de personajes peculiares y excéntricos, porque
toda la novela está repleta de ellos; desde la abuela Pettibone
a Jimmy Snow, pasando por Ula Sour, Peachy Wigham, Pickle,
el Sr. Cecil y tantos otros.
La novela está escrita en forma de diario por la propia
protagonista, Daysi Fay Harper, que empieza su narración
en 1952, cuando tiene 11 años, y nos narra sus peripecias
vitales de forma divertida, creativa y llena de inocencia.
El alcoholismo de su padre, el posterior
divorcio de sus progenitores y otra serie de vivencias, irán
forjando su carácter y le irán aportando madurez, pese a su
juventud, hasta convertirla en una chica de éxito que consigue
realizar su sueño de convertirse en actriz. En 1959 termina su
relato camino de Nueva York, en busca de su carrera artística anhelada.
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