sábado, 9 de noviembre de 2019

CRÍTICA

 Carvalho: problemas de identidad/ Carlos Zanón
Imagino las dudas que asaltarían a Carlos Zanón (Barcelona, 1966) cuando los herederos de Manuel Vázquez Montalbán le propusieron continuar con la saga de novelas de Pepe Carvalho. Debió ser un momento inolvidable y gratificante pero también aterrador que seguro que generó un mar de incertidumbre en el autor que, finalmente, decidió aceptar el reto demostrando su gran personalidad como escritor.
Nos encontramos en esta novela a un Carvalho ya maduro, hastiado, cínico, descreído y con problemas de salud pero tan lúcido como siempre. Charo, su eterna novia, ya no está con él pero sí Biscúter, su fiel escudero y una nueva adquisición, una secretaria millennial con la que mantiene una curiosa relación amor-odio. Por otro lado, el detective tiene una aventura con una autodestructiva mujer madrileña, esposa de una alto cargo político, que no le trae más que problemas.
En medio de esta crisis personal, Carvalho está investigando dos casos; la desaparición de una prostituta, la Niñata, en los alrededores de la montaña de Montjuich y el salvaje asesinato de una abuela y su nieta en un piso del Ensanche, sin un móvil aparente.
Con este cóctel Zanón arma una novela de lectura compleja, densa, llena de referencias culturales, políticas, geográficas y de actualidad, incluidos los ecos de sociedad, en la que reproduce con bastante acierto la preciosista prosa de MVM. En mi opinión, este exceso de referencias, que es una de las características más destacables de la novela, también se convierte en ocasiones en una lastre para su desarrollo y hace que los lectores que no estén avezados en estos temas se pierdan en algunos momentos.
En el libro hay, de todas maneras, un gran número de virtudes que hacen de ella una obra remarcable: las descripciones de los perfiles psicológicos de los personajes y las reflexiones del autor sobre la coyuntura actual de España son de una lucidez brillante, fuera de lo común. El hecho de tratar a Vázquez Montalbán como un personaje más de la novela (El Escritor) y a Carvalho como una persona real, intercambiando así sus papeles, me parece un gran acierto y una idea original. Metaliteratura en estado puro.
Por otra parte, Barcelona, como en las obras originales de MVM, se erige como uno de los personajes principales del libro, sin menoscabo de Madrid que aquí tiene un pequeño cameo, y las referencias gastronómicas, aunque no de tanto calado como en las novelas originales, tienen aquí también su espacio.
En resumen, creo que Zanón ha creado una novela atrevida, original y de calidad literaria indiscutible sin traicionar el espíritu de Manuel Vázquez Montalbán, lo cual es decir mucho.

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