jueves, 28 de diciembre de 2023

CRÍTICA

 Lobo/ Adolfo García Ortega

Adolfo García Ortega (Valladolid, 1958) es un prolífico escritor, de larga trayectoria, que ha cultivado todos los géneros: novela, cuento, ensayo y poesía, y por si esto fuera poco, además es traductor del francés y del catalán.

Lobo (2007) es una novela de intriga policial, poco convencional. En ella, los inspectores de policía Batista y Esquivel intentan averiguar la identidad de un cadáver calcinado que ha sido hallado después del incendio en una estación de metro de Madrid, en los años ochenta. Tirando del hilo se pondrán tras la pista de Federico Sambide, un escurridizo personaje, bibliófilo y falsificador, que se encuentra en paradero desconocido. Al registrar su casa encuentran unas cartas y un diario, al parecer pertenecientes a un hombre cuya vida parece estar ligada a unos horribles asesinatos cometidos en el parque de El Retiro hace más de veinte años, y que quedaron sin resolver.

Esta es una narración que mezcla de forma original e innovadora la novela de terror y la romántica, y que huye de los convencionalismos del género policiaco tradicional. mostrando el gusto de García Ortega por la indagación y la extrañeza de lo cotidiano. La invisibilidad y la identidad son temas constantes en su obra y Lobo es un claro ejemplo de ello. En esta novela, y no es la única en su bibliografía, el narrador es una especie de transmisor entre las historias narradas por los protagonistas y el lector.

García Ortega es también un gran amante de la fábula y el mito, a los que considera la base de toda la imaginación humana y en esta novela cultiva con mucho acierto el mito del licántropo, el hombre que se convierte en lobo en las noches de plenilunio.

El autor es un maestro a la hora de construir narraciones maniobrando con el lenguaje y la ficción literaria. Sus obras pueden gustar más o menos, pero normalmente no dejan indiferente al lector, y este ha sido mi caso con Lobo. Como único aspecto mejorable, creo que la novela era, en mi opinión, susceptible de tener un desarrollo más extenso y quizás un final menos abrupto, aunque reconozco que yo mismo soy partidario muchas veces de los textos más breves.

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