viernes, 5 de agosto de 2016

CRÍTICA

Solo un asesinato/ Jim Thompson
Esta novela es la primera incursión de Jim Thompson (1906-1977) en la novela negra, género en el que luego se especializaría y que sería prácticamente el único que cultivaría durante su carrera.
En mi opinión, Thompson es el mejor heredero de la tradición literaria del  Hard-boiled americano y su narrativa está claramente inspirada en la de Hammett, Daly, Spillane o Chandler. Los parámetros del género original son: prosa directa con muy pocas descripciones, diálogos secos y cortantes, acción, violencia y crítica social encubierta. En esta novela Thompson cumple todos los requisitos; tal como mandan los cánones, está escrita en primera persona y los ingredientes son de manual. En una pequeña ciudad de provincias, Joe Wilmot, el propietario del cine local inicia una relación extramatrimonial con Carol, la asistenta que contrató su esposa, Elizabeth. Ésta lo descubre y, viendo que su matrimonio hace aguas, le propone a su marido marcharse si le da veinticinco mil dólares. Entonces, los tres traman un plan que consistirá en asesinar a una mujer desconocida, con cierta parecido físico a Elizabeth, simulando un incendio en la vivienda para poder cobrar el seguro de vida. Luego, Elizabeth desaparecerá con el dinero y nadie sabrá la verdad.
Como es de suponer, el plan se va torciendo a medida que avanza el relato ya que el investigador de la compañía de seguros intuye que hay algo extraño en el accidente y, además, Joe se ha creado muchos enemigos en la ciudad en los últimos años que quieren pasar cuentas con él.
Solo un asesinato es una novela interesante pero irregular. La trama es algo confusa en algunas fases y, aunque todavía está lejos de algunas de sus obras maestras, como 1280 almas o El asesino dentro de mí ya deja ver aquí algunas de las virtudes de Thompson como narrador: energía a raudales, magníficos retratos
de la América profunda,personajes bien dibujados, una gran habilidad para describir personalidades psicopáticas y crueldad y humor negro a partes iguales.

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