A pesar de lo que pueda sugerir su título, ésta no es una novela en al que prime la acción, sino más bien todo lo contrario. Se trata de una narración introspectiva, que se ocupa sobre todo de sentimientos y emociones de forma delicada y compleja.
Hisako Matsubara (Kyoto,1935) es un caso curioso dentro de la literatura contemporánea; es una escritora japonesa que se casó con un físico alemán y se instaló en Colonia, donde ha desarrollado toda su carrera literaria escribiendo en alemán.
Samurai está ambientada a finales del siglo XIX, un periodo crucial en la historia social de Japón: el del paso de un país eminentemente agrícola y de tradiciones ancestrales, al Japón moderno que hoy conocemos, abierto a las costumbres occidentales. La novela narra la historia de Hayato, padre estricto, severo y de educación tradicional, de familia samurai que adopta a Nagayuki, al que educa con su misma mentalidad y después desposa con su hija Tomiko. Después de un grave revés financiero y de perder su privilegiada posición obliga a Nagayuki a emigrar a Estados Unidos solo, sin su mujer y su hija, con la idea de que vuelva enriquecido y les devuelva su posición social.
El contraste entre la mentalidad de Hayato y de su hija Tomiko provoca graves conflictos que llevarán a la familia a una situación dramática, de difícil solución. No dbemos olvidar que, en definitiva, lo que narra el libro es una frustrada historia de amor por causa de la intolerancia, del inmobilismo y de la incomprensión de Hayato.
Creo que el mayor logro de Matsubara como narradora en esta novela es que a lo largo de todo el texto consigue crear una tensión que va convirtiéndose paulatinamente, de forma sutil, en desasosiego, en una sensación de tristeza contenida y de fatalidad que no encuentra consuelo ni en el tramo final del libro.
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