sábado, 4 de noviembre de 2017

CRÍTICA

El olor de las especias/ Alfonso Mateo-Sagasta
Ladrones de tinta (2004) es la segunda novela que publicó Alfonso Mateo-Sagasta y la primera que yo leí de este autor, La impresión que tuve después de haberla leído fue inmejorable. Se trata de una mezcla sabia entre hechos históricos y ficción detectivesca en torno a la publicación de una segunda parte apócrifa de El Quijote en que aprovechaba para dar un repaso apasionante y muy completo a todos los autores del Siglo de Oro español. En mi opinión, una pequeña joya.
Ahora acabo de leer su primera novela, El olor de las especias, y creo que no desmerece en absoluto a la anterior pero con algunos matices que debo aclarar.
La novela narra el periplo de cuatro caballeros castellanos que, con la intención de recuperar una partido de ganado robada, asaltan el castillo leonés del conde Gonzalo y le matan, sin saber que es uno de los vasallos más queridos del Rey Sancho, y por tanto deben huir de sus tierras y ya como unos proscritos tienen que atravesar España, bajo la protección del conde Fernan González, en dirección a Córdoba para visitar al Califa en misión diplomática.
Para tratarse de la novela de un autor debutante creo que es destacable la habilidad del autor como narrador y su oficio a la hora de estructurar el texto y de crear personajes con personalidad propia, pero después de la lectura saco la conclusión de que la primera parte de la novela es muy dinámica y entretenida y su lectura resulta apasionante pero luego, coincidiendo con el momento en que los protagonistas llegan a Córdoba escoltando a Ordoño, el rey depuesto, el tono se vuelve más reposado y hay algunas digresiones sobre religión que, aunque hacen más comprensible la historia, ralentizan la acción y vuelven la lectura más tediosa. Desde ese momento hasta el final la novela ya no vuelve a recuperar el nivel de la primera parte y esto, quizá, ensombrece un poco el resultado global de la novela.
Solo en las últimas páginas del libro, donde se descubren algunos de los enigmas del argumento, cobran sentido algunos de los capítulos anteriores y el lector retoma las sensaciones  de la primera mitad de la obra.
Por cierto, el final de la novela es muy abierto y da la sensación de que pide a gritos una segunda parte que, hasta el momento, no se ha producido.




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