miércoles, 12 de diciembre de 2018

CRÍTICA

El gallo negro/ C.J. Sansom
La primera impresión que me vino a la cabeza al empezar a leer esta novela fue que, sin duda, su autor estaba inspirado por El nombre de la rosa de Umberto Eco, porque las coincidencias entre ambas son numerosas; los hechos narrados suceden en un monasterio en plena Edad Media, durante una época histórica de grandes cambios en el seno de la iglesia y se produce una investigación detectivesca para averiguar al autor o autores de una serie de crímenes horripilantes. Las similitudes terminan aquí.
Esta es la primera novela de C.J. Sansom (Edimburgo, Escocia, 1952) doctor en historia que se ha especializado en thriller histórico. También es la primera novela protagonizada por Matthew Shardlake, un abogado londinense de principios del siglo XVI, que ya cuenta con una saga que consta de siete novelas en su haber.
En El gallo negro encontramos a Shardlake en el invierno de 1537, recibiendo el encargo del todopoderoso y siniestro vicario general del rey, Thomas Cromwell, para que acuda al monasterio de Scarnsea donde se ha producido el asesinato del comisionado enviado para empezar a preparar el desmatelamiento del monasterio, en el marco de la reforma protestante que promovieron Enrique VIII y el mismo Cromwell. Así pues, nos encontramos en uno de los momentos más apasionantes de la historia de Inglaterra que el autor refleja bastante fielmente en el libro.
En esta novela, desde el principio, observamos que el autor se inclina más por el formato de best-seller que por mostrar un estilo literario personal, y no lo digo como una crítica sino como la constatación de una elección que ha hecho el autor a la hora de dar forma a su obra, totalmente lícita. Creo que es obvio que no todos los escritores pueden aspirar a ser Umberto Eco. Esta elección se nota, por ejemplo en el lenguaje que utiliza Samson en la novela, que es bastante llano y en su prosa que estructuralmente no tiene un gran nivel de complejidad, con lo cual consigue hilvanar una novela con una trama bien construida, que se desarrolla sin grandes altibajos y da como resultado una lectura ágil y amena.
Cabe destacar también algunos de los personajes secundarios que tienen un papel importante en la narración, como Mark Poer, el ayudante de Shardlake, Alice, la criada que trabaja en el monasterio, el hermano Guy, el boticario negro o el abad del monasterio.
Esta novela no llega, desde luego, al nivel de excelencia y de ambición literaria de El nombre de la rosa pero es una buena muestra, más que correcta, de novela histórica y de suspense, muy recomendable para cualquier lector que esté empezando a foguearse en el género novelístico.


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