En el siglo XVI tuvo lugar en Europa uno de los episodios históricos más fascinantes y decisivos de la Historia Universal, cuando la Iglesia Católica sufrió una grave escisión provocada por una serie de movimientos religiosos reformistas, como el protestantismo, el luteranismo, el calvinismo o el anabaptismo, que se agruparon en lo que se dio en llamar la Reforma Luterana. La reacción de la Iglesia no se hizo esperar y respondió con la Contrarreforma y con la creación de la Santa Inquisición, para luchar contra la herejía en todas sus formas. Se trata, pues, de una época especialmente convulsa en la que se suceden un sinfín de cambios políticos, sociales, culturales y religiosos. Es el germen del Renacimiento y todo lo que esto supuso, y esta apasionante época es a la que nos traslada esta brillante novela.
Antonio Orejudo (Madrid, 1963) es un autor con una trayectoria muy personal al que cabría calificar como innovador y que ha mostrado una inclinación, poco común en la literatura española, hacia el postmodernismo, que en esta novela se hace patente a través de su original estructura narrativa, en la que varios personajes, reales y de ficción, nos explican su propia visión de unos hechos históricos que todos han vivido y de los que todos hacen diferentes interpretaciones.
Unos años después de la sublevación contra la Iglesia Católica que tuvo lugar en la ciudad alemana de Munster, comandada por un joven predicador llamado Bernd Rothman, y que fue aplastada por las tropas papales, el inquisidor general de Lyon encarga a Joachim Pfister, un grabador de tipos de imprenta, que identifique al autor de un transgresor manuscrito anónimo que corre por Europa, en el que se ponen en duda muchos de los preceptos de la Iglesia. La única pista que tiene es que el autor parece tener conocimientos profundos sobre teología, medicina, filosofía, astronomía y otras ramas de la ciencia. Pfister empezará entonces un periplo por algunas de las ciudades europeas que han sido escenario de revueltas protestantes, para intentar desentrañar el misterio.
Yo no definiría Reconstrucción como una novela histórica, aunque pueda parecerlo porque su punto de partida son hechos reales ocurridos en un contexto histórico, pero creo que el autor plantea la novela más bien como un ejercicio de metaliteratura, que en ocasiones toma la forma de novela de detectives y que también se muestra como un efectivo ensayo sobre la historia del cristianismo en la Europa medieval. En mi opinión es una novela destacable, tanto por la forma como por el fondo.
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