sábado, 4 de noviembre de 2023

CRÍTICA

 Baudolino/ Umberto Eco

Cuando un autor, con su primera novela, consigue un éxito tan clamoroso como el que obtuvo Umberto Eco (Alessandria, Piamonte, 1932- Milán, 2016) con El nombre de la rosa (1980), se hace muy difícil armar una carrera literaria coherente e independiente, sin estar coartado por esa inmensa popularidad caída del cielo, pero Eco tenía el suficiente prestigio como catedrático de Semiótica, ensayista, pensador y erudito, a nivel internacional, para no tener que depender de la literatura a nivel económico, lo cual le permitió poder escribir ficción de forma vocacional y sin ninguna presión adicional.

Baudolino (2000) fue su cuarta novela y, a pesar de no ser de las más destacadas de su bibliografía, tiene un argumento muy interesante: Baudolino, un muchacho piamontés de familia campesina, deslumbra a Federico Barbarroja, el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, con sus sabios consejos en un encuentro fortuito y éste decide adoptarlo y llevarlo a su corte. El chico tiene una tendencia natural a la fantasía y a contar mentiras y historias que él mismo inventa, pero con el tiempo se da cuenta de que todo aquello que imagina, al final, se convierte en Historia y se sorprende de la capacidad de influir en otras personas que esta circunstancia le concede. De esta manera, durante el transcurso de la novela, vamos repasando muchos pasajes históricos que ya no tenemos tan claro si son reales o ficticios.

La lectura, en algunos tramos de la novela, me ha resultado farragosa y carente de ritmo porque se combinan fragmentos brillantes y entretenidos con otros en los que Eco nos inunda con digresiones sobre historia de las religiones y filosofía, en los que demuestra su gran erudición pero que no ayudan al dinamismo de la narración.

Eco hace un esfuerzo evidente por incluir en la novela todos los mitos medievales sobre el lejano oriente, pero el resultado es un texto demasiado largo y excesivamente denso, que al final no satisface las expectativas del lector, por lo menos en mi caso.

En realidad, si nos fijamos bien, veremos que se trata de una novela picaresca, en el fondo y en la forma, con algunos toques de humor, solo que pasada por el tamiz de una autor tan complejo y exigente como Umberto Eco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario